jueves, 16 de septiembre de 2010

Un gran signo de pregunta

Estaba confundido. Y por eso hace quince días que hay espacio para la reflexión. Luego de tres empates consecutivos (Newell´s, Quilmes y Banfield) había que parar la pelota, levantar la cabeza y ampliar el panorama, porque Lanús era un gran signo de interrogación.

A la falta de contundencia en el arco rival se le sumaba la anemia ofensiva en cuanto a la elaboración de juego, con o sin Blanco entre los titulares. A todo esto, Grana y Salcedo parecían de lo más flojo del equipo, aunque el paraguayo había convertido dos goles consecutivos. Silvio Romero, en tanto, demostró en pocos minutos tener algo más de potencia, por lo que se imponía su titularidad. También la de Paolo Goltz, pese a que la línea defensiva había estado algo más firme que de costumbre.

Pese al invicto -cosechando más de a uno que de a tres- hubo cambios en La Plata para vencer, con comodidad pero sin brillar, a un Gimnasia que se mantiene en Primera pero que no tiene la categoría de tal. Fue 2 a 1 y Regueiro comenzó a hilvanar un rendimiento parejo. Romero pareció encontrar un lugar que estaba vacío y Goltz, pese a ser de los mejores números dos del país, debutó como lateral por derecha. El triunfo trajo algo de tranquilidad, porque el patrón de juego comenzaba a delinearse.

Sin embargo, en la semana previa al choque con Godoy Cruz hubo dos bajas sensibles: Marcos Aguirre y Luciano Balbi. Este último, la grata revelación en lo que va del torneo para Lanús. Entonces a la cancha Nicolás Ramírez- tampoco en su puesto habitual- y Maximiliano Lugo, que había perdido su lugar. Tampoco estaba Pelletieri y por ello Ledesma- pese a no ser un recuperador nato- ingresó en el once inicial.

El cachetazo fue duro. Cuatro a uno con un suicidio que partió desde el banco de suplentes cuando Lanús aún estaba en partido, pese al 1- 2 del resultado. Sería justo decir que los de Zubeldía jugaron los mejores 60 minutos del campeonato, con un equipo que generó situaciones, pero que por mala puntería o porque la fortuna fue esquiva, no convirtió. Sería justo, también, decir que el entrenador quebró al equipo luego del golazo de Rojas. Lanús nunca más llegó al arco rival. Y Godoy Cruz hizo lo que quiso con la pelota en sus pies todo el tiempo y marcó otros dos goles.

Entonces todo sigue igual que hace quince días. El dos juega de cuatro, el diez juega de ocho, el volante por izquierda es delantero y si entra un nueve, tira centros. Toda una pretemporada con línea de tres, pero se juega con línea de cuatro en el fondo.

Ahora llega Racing, en Avellaneda, con todos sus problemas a cuestas. Miguel Russo tambalea y su gente ya comienza a reprobarlo. Jugará Giovanni Moreno, otro enganche al cual no se debe dejar suelto, tal como se hizo con Raymonda, Formica y Ramírez en encuentros anteriores.

Lanús debe ir por una victoria para no dejar escapar a los de arriba y para sumar para las copas. Especular no servirá de mucho. Agazarparse sería peligroso. Y si es golpe por golpe, mejor que pegue primero y que voltee a su rival. Por eso debe imponer su fútbol.

¿Qué será de Lanús? ¿La solidez sin brillo de La Plata, el desabrido equipo de los empates o la explosión de los primeros momentos ante Godoy Cruz? Hubo tiempo de reflexión. Yo sigo confundido.

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